El niño que regó de flores el desierto

El llamado “desierto florido” es uno de los fenómenos naturales más espectaculares del país. Se caracteriza por la floración masiva de una gran diversidad de especies de flora nativa y endémica a Chile, en pleno desierto de Atacama. Este fenómeno ocurre cada 5 a 7 años y es gatillado por las precipitaciones asociadas a la ocurrencia del fenómeno […]

El llamado “desierto florido” es uno de los fenómenos naturales más espectaculares del país. Se caracteriza por la floración masiva de una gran diversidad de especies de flora nativa y endémica a Chile, en pleno desierto de Atacama. Este fenómeno ocurre cada 5 a 7 años y es gatillado por las precipitaciones asociadas a la ocurrencia del fenómeno del Niño Oscilación del Sur (ENSO).

El desierto florido es una de las zonas de mayor diversidad en Chile, por ello está incluido dentro de uno de los 25 hotspot de mayor diversidad mundial, y contiene un total de 1.893 especies de plantas nativas, de las cuales un 32% (605 especies) son endémicas a esta área y un 58% (1.100 especies) son endémicas a Chile.

En años de sequía o escasas precipitaciones, la vegetación del área del desierto se observa escasa, con presencia de cactáceas como las especies de Copiapoa, Eriosyce y Eulychnia y arbustos xerofíticos como cacho de cabra (Skytanthus acutus), Vinagrillo (Oxalis gigantea) suspiros (Nolana coelestis y Nolana rostrata), Encelia canescens, la flora del minero (Centaurea floccosa), la retamilla (Caesalpinia angulata)  y Balbisia peduncularis, los cuales se observan secos. Sin embargo, en años de lluvias, como este año 2015, cuando ocurre el fenómeno de El Niño, los arbustos rejuvenecen, llenando de verdor y colorido al desierto de chileno.

Además, las semillas de especies anuales y arbustivas, que han estado en un estado latente por años, formado un banco de semillas en el suelo, germinan y florecen, como la pata de guanaco (Cistanthe longiscapa), que cubre de purpura o la Nolala o suspiro (Nolana elegans) que cubre de azul partes de desierto. También las especies de bulbo como la Añañuca amarilla (Rhodophiala bagnoldii) y añañuca roja (Rhodophiala phycelloides), los Huilles (Leucocoryne), la celestina (Zephyra elegans) y  la garra de león (Leontochir ovallei), esta última que crece por la costa en los alrededores de Carrizal bajo. Sin olvidar las Alstroemerias que crecen a partir de rizomas (tallos subterráneos) y el terciopelo (Argylia radiata) que crece a partir de raíces engrosas.

En la imagen se observan plantas de Cistanthe longiscapa en plena floración.

Texto: Pedro León Lobos, Ph.D., Ecólogo Vegetal, Encargado Banco Base de Semillas, Centro Experimental Vicuña, INIA.

 Fotografía: Marcelo Rosas, INIA. 

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