
En beneficio colectivo
Cuando hablamos de sustentabilidad surge espontáneamente la pregunta: ¿qué se requiere para mejorar la sustentabilidad agrícola? Varios expertos prefieren analizar la situación usando enfoques netamente agronómicos y proponiendo soluciones completamente técnicas. En general, la ciencia ha sido muy eficiente en cortar el mundo en pequeños trozos, y examinar profunda y aisladamente cada pequeña pieza, convirtiendo […]

Este artículo intenta analizar cómo la sustentabilidad agrícola encaja en un contexto mucho más amplio. Todos conocemos el famoso triángulo del desarrollo sostenible, que propone la conciliación entre “tres pilares”: económico, social y ambiental. Por otro lado, una reciente investigación —realizada por el autor— revela una estrecha relación entre el comportamiento pro-social y el pro-ambiental de las personas, permitiendo convertir el triángulo del desarrollo sostenible en una ecuación que divide el aspecto socio-ambiental del económico. Esta ecuación simplifica el análisis, llevándonos a una inevitable conclusión: no se puede lograr la anhelada sustentabilidad agrícola sin un cambio en el actual sistema económico.
El paradigma del sistema económico actual se basa en una tendencia de constante crecimiento de la producción. No obstante, está claro que no puede existir un crecimiento productivo ilimitado en nuestro planeta con los recursos naturales limitados. Es por esto que debemos hacer la transición hacia un modelo de una nueva economía -que se basa en el consumo razonable y equilibrado- y dejar de producir sólo para aumentar las ganancias. De hecho, necesitamos mucho menos de lo que tenemos actualmente. En una nueva economía, no tendremos la necesidad de producir exceso de alimentos, de poseer demasiada ropa, etc. Así, nuestra agricultura también va a transformarse en un sistema armonioso y sostenible.
El actual sistema económico se basa en la competitividad y gran parte del progreso de la civilización humana se ha derivado de la misma. Sin embargo, este enfoque no puede seguir existiendo en el mundo global, donde cada uno depende de los otros. Nosotros creamos la economía; ésta es un reflejo de nuestras relaciones. Por lo tanto, el cambio económico depende de la transformación de las relaciones humanas, las cuales también actualmente se basan en la competitividad.
La crisis multifacética que vivimos hoy en día -ecológica, económica y social- nos obliga a cambiar el foco de nuestras relaciones desde la competencia hacia la responsabilidad y consideración mutua. Para lograrlo, se requiere construir un nuevo sistema de educación, que afectará a cada persona, la sociedad, la nación, y a todos los países, hasta que todos nos eduquemos en cómo cambiar el enfoque competitivo por un enfoque colaborativo; es decir, el enfoque del “yo”, el beneficio propio, por un enfoque del “nosotros”, el beneficio colectivo de la humanidad.
Escrito por: Alexander Neuman, Escuela de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
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