
La mejora empieza desde abajo
Una vez capacitado el personal en el manejo de pastoreo, los propietarios de predios destinados a la producción de leche observarán que con los actuales recursos puede aumentar la carga animal en forma limitada. Por ello será necesario iniciar un proceso de mejoramiento del nivel de fertilidad del suelo con el objetivo de incrementar el […]

Con el diagnóstico realizado debemos hacer un listado de prioridades y, como ya es sabido, debido al conocimiento que se tiene del área, el orden de prioridades es el siguiente: corrección de los niveles de acidez y fósforo disponible en el suelo y racionalización del uso de nitrógeno. En términos simples, lo que se debe realizar es iniciar un programa de mejoramiento de los problemas que limitan la productividad, los cuales deben ser corregidos con rapidez, sin repartir la caridad.
La corrección del nivel de fertilidad del suelo se debe iniciar por partes, dado que no es posible lograr el mejoramiento total debido a la inversión que esto significa. Pero hay que tener muy claro que si se decide seguir esta estrategia, se debe considerar que una parte importante del predio no la voy a fertilizar en absoluto, porque si creo que la solución será repartir el fertilizante que tengo por capacidad financiera de adquirir en todo el predio, no voy a lograr mejorar ningún potrero y anualmente tendré que regenerar, sembrar o ingresar a cultivo dicha área.
Parámetros químicos y biológicos
En la gestión del predio hay que tomar la decisión de corregir en primer lugar la acidez a través de aplicaciones de cal en el periodo de otoño, aumentar el nivel de fósforo, aplicando altas dosis de este elemento en otoño y en forma estratégica se debe aplicar nitrógeno en forma parcializada a través del año.
Los ganaderos que no han solucionado la acidez y el nivel de fósforo, no pueden estar aplicando mezclas de fertilizantes que contienen diversos nutrientes en pequeñas cantidades que sólo hacen subir el costo de la fertilización. Más aun no generan un cambio importante en el rendimiento y perennidad de la pastura y por consiguiente no pueden aumentar la rentabilidad de este negocio. Este concepto debe quedar absolutamente claro, dado que es la base del mejoramiento del negocio ganadero.
En la elaboración de un programa estable de fertilización se debe considerar una fertilización balanceada de mantención y corrección de los parámetros deficitarios en el suelo y en la planta, en la cual no sólo se utilicen los fertilizantes inorgánicos tradicionales, sino que deben ser complementados con elementos orgánicos y biológicos.
Esta estrategia, que puede ser enfrentada en el corto y largo plazo, no sólo va a permitir incrementar la producción sino que va a aumentar la eficiencia de uso de los nutrientes, mejorando la vida del suelo. El aumento de la actividad biológica y microbiológica generará un incremento en el aporte de nutrientes provenientes de la mineralización de la materia orgánica.
Las estrategias de fertilización deben considerar en forma paulatina el mejoramiento de los parámetros químicos y biológicos del suelo, y la primera etapa debe ser la corrección de la acidez y el nivel de fósforo, que bien se sabe son limitantes para el desarrollo de las pasturas. Una de las formas de conocer la productividad de un suelo destinado a la agricultura es determinando el nivel de fertilidad en que se encuentra. El análisis químico, físico y biológico del suelo nos permite hacer un diagnóstico que sirve de sustento para definir el nivel de producción que se puede lograr en un determinado sitio.
- pH del Suelo:
Los suelos que posee el predio son de origen volcánico, donde su principal característica y su condición de acidez natural, que se incrementa con facilidad con el uso de fertilizantes amoniacales y la pérdida de bases del suelo por efecto de la concentración de las precipitaciones. Por tanto, si se está trabajando con un suelo de pH ácido, se sabe que se está frente a un suelo enfermo que tiene una mayor capacidad de retención de las bases, situación que deprime las actividades biológicas y microbiológicas generando una disminución del aporte de nutrientes provenientes de la mineralización de la materia orgánica.
No siempre las respuestas de los suelos son iguales y debe quedar claro que las diferencias en la composición química de los suelos (tipo de arcilla y óxidos) hacen que la respuesta de un suelo, a determinado valor de pH, sea distinta.
- Suma de bases:
La suma de bases del suelo corresponde a la suma de calcio, magnesio, sodio y potasio expresada en cmol+/kg. El valor de suma de bases depende de lo intensivo que ha sido utilizado el suelo y, su principal rol, desde el punto de vista de la fertilidad, es dar cuenta de la disponibilidad de nutrientes. El valor de suma de bases nos indica cuál es el grado de resistencia al cambio de pH que posee el suelo ante un determinado valor de acidez.
La importancia de conocer los niveles de calcio, magnesio, potasio y sodio a un valor determinado de pH radica en que no todos los suelos tienen la misma respuesta ante igual grado de acidez. Cuando el pH disminuye los suelos tienden a perder con mayor facilidad las bases por lixiviación, situación que está directamente relacionada con la concentración de las precipitaciones.
- Aluminio de intercambio:
La tendencia general es que a menor pH, mayor es el contenido de aluminio de intercambio en el suelo. El grado de resistencia del suelo a liberar aluminio depende de la capacidad que posea la materia orgánica para fijar este elemento. Por tanto, no existe un valor único de aluminio asociado a cada pH, aun cuando sea para un mismo tipo de suelo. Como consecuencia de la disminución de bases del suelo y aumento de iones hidrógeno en la solución del suelo, se solubiliza aluminio que se encuentra en la superficie de las arcillas o formando complejos con la materia orgánica.
- Saturación de aluminio:
Expresada en porcentaje, representa la importancia que tiene el aluminio en la disponibilidad de nutrientes del suelo (bases) para las plantas. Por ser una relación porcentual, dos suelos que tiene igual nivel de aluminio pueden presentar diferentes niveles de saturación. Por ejemplo un suelo A, cuyo nivel de aluminio de intercambio es 0.5 cmol+/kg y la suma de bases 7.4 cmol+/kg, presenta un % saturación de aluminio de 6.0. En un suelo B, cuyo nivel de aluminio de intercambio es igual al anterior, esto es, 0.5 cmol+/kg, pero que la suma de bases es 1.9 cmol+/kg, el porcentaje de saturación de Aluminio alcanza a 21%.
Corrección de parámetros químicos
La corrección de la acidez permite un incremento del rendimiento, cambio en la composición botánica, mejora calidad, aumenta la persistencia e incrementa la producción de leche y carne. Por su parte, el uso de enmiendas calcáreas permite neutralizar el proceso de acidificación, aumentar la capacidad de retención de bases en el suelo, disminuir la capacidad de retención de fósforo y optimizar la actividad biológica.
Considerando todos los elementos antes mencionados, se elaboró un programa de fertilización y establecimiento de praderas, teniendo en cuenta las opciones que se desarrollan en el predio. Un ejemplo teórico de mejoramiento de los parámetros químicos de los suelos se presenta a continuación (Ver tabla 1). El proceso se inicia con la toma de muestra de los suelos a profundidad 0 a 10 centímetros en praderas permanentes. Con el resultado del análisis químico se procede a calcular las opciones de cambio de los parámetros relevantes. Los resultados de los análisis indican que los suelos presentan un pH ácido y nivel de fósforo bajo.
Se ha planteado la necesidad de lograr en el corto a mediano plazo, la corrección de acidez de los suelos, basado en que este es un factor limitante para el desarrollo de las plantas. El pH que se propone alcanzar es 6,2 y para lograr esta meta se plantean dos opciones de corrección: calcita o lo que habitualmente se conoce como cal (carbonato de calcio) y dolomita, esto es, carbonato de calcio y magnesio. Como se puede observar en el cuadro, el requerimiento promedio de enmienda necesarios para alcanzar pH 6,2, de los potreros analizados es 3,48 Ton de Cal/ha ó 2,61 Ton de Dolomita 15/ha. Esta corrección incluye la neutralización anual que se debe realizar cuando se aplican fertilizantes acidificantes como urea, fosfato diamónico, fosfato monoamónico o nitratos de amonio.
Esta corrección de la acidez no sólo modifica el pH sino que cambia los parámetros químicos del suelo, en especial las bases de intercambio, capacidad de intercambio catiónico y por consiguiente el porcentaje de saturación de aluminio. Con la aplicación de la enmienda la suma de bases aumentará de 6,61 cmol+/kg a 10,99 cmol+/kg utilizando cal y 11,75 cmol+/kg con aplicación de dolomita 15. Esto generará una reducción de la acidez del suelo de 39,79% ó 43,51% según se aplique cal o dolomita.
Este cambio en los parámetros de acidez del suelo se puede realizar de una sola vez en el predio o bien en forma paulatina a través de los años. Basado en esta última premisa se desarrolló un modelo de cambio donde se consideran tres escenarios: aplicar anualmente 500, 1.000 ó 1.500 kilos de cal o dolomita por hectárea al año. De este modelo queda muy claro la mayor velocidad de corrección que tiene la dolomita por sobre la calcita y que las dosis pequeñas de aplicación anual incrementan en forma sustancial los tiempos de corrección de los parámetros de acidez. Aplicando 500 kilos de cal por hectárea cada año, se requiere en promedio 24 años para lograr un pH de 6,2; sin embargo, con aplicaciones anuales de 500 kilos de dolomita por hectárea son necesarios 10 años para lograr igual pH.
Programa de mejoramiento del nivel de fósforo
El programa de este ejemplo considera dos escenarios que corresponden a la corrección del nivel de fósforo para llegar a los niveles de 25 mg/kg y 30 mg/kg. Bajo este esquema y considerando un consumo del cultivo de 92 kg P2O5/ha/temporada, los requerimientos de mantención y corrección de superfosfato triple expresado en kilos por hectárea.
De acuerdo a los cálculos teóricos, para alcanzar en el suelo 25 mg/kg de fósforo es necesario aplicar una dosis promedio de 963 kilos de superfosfato triple por hectárea, mientras que para lograr en el suelo 30 mg/kg de fósforo deben aplicarse 1.461 kilos de superfosfato triple por hectárea.
Como este escenario es poco probable que se desarrolle en un predio promedio de la región, se ha calculado los años necesarios para alcanzar los niveles de 25 mg/kg y 30 mg/kg en el suelo, realizando una fertilización moderada que considera 300 kilos de superfosfato triple por hectárea ó 400 kilos de superfosfato triple por hectárea.
Con una aplicación anual de 300 kilos de superfosfato triple por hectárea en 9 años se lograría alcanzar un nivel de 25 mg/kg de fósforo en el suelo y en 14 años 30 mg/kg. Si aumentamos la aplicación anual a 400 kilos por hectárea, la meta sería alcanzada en 4 años (25 mg/kg) y 6 años para 30 mg/kg de fósforo en el suelo. Estos valores teóricos han sido calculados en base a fosfatos solubles y no es aplicable este procedimiento a fosfatos de lenta entrega o baja solubilidad en agua.
Escrito por: Ronaldo Demanet Filippi, Ingeniero Agrónomo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales de la Universidad de la Frontera.
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