Puntos para mejorar la eficiencia de mano de obra en la producción de uva de mesa
Desde hace muchos años que aspiramos a reducir las jornadas hombre por hectárea en el cultivo de la uva de mesa. Desde hace muchos años que miramos lo que hacen los norteamericanos, que logran una excelente uva con un tercio de las jornadas que nosotros. Y desde hace muchos años que no hemos sido capaces de lograr […]
El drama es que la buena y oportuna mano de obra sigue siendo la clave en la producción de uvas de mesa, que es casi artesanal. Este recurso representa alrededor del 40% del costo total que pagamos por poner nuestra uva en destino, flete incluido. De todos los factores de producción es el que más podemos administrar y el que más incide en la calidad y condición final de la uva, y también en términos económicos.
Con las últimas lluvias, en Chile hemos aprendido que a las variedades nuevas, que en California logran manejarla con aún menos jornadas hombre que las tradicionales, sí necesitamos arreglarle sus racimos. Además muchas de estas nuevas variedades producen muchos racimos secundarios, son susceptibles a quemarse y demandan mucha limpieza en el packing. Este puro item puede llegar a significar un costo de US$ 1.000 / ha.
Es decir que pareciera, entonces, que en nuestras condiciones su producción no requerirá de menos jornadas hombre por hectárea como esperábamos.
Por otro lado, año tras año vemos cómo la disponibilidad de mano de obra calificada (e incluso no calificada) necesaria para hacer los trabajos que requiere el cultivo de la uva de mesa, se hace más escasa y más cara.
Vemos que cada año dependemos más de la mano de obra extranjera, que tampoco está siempre disponible en las precisas oportunidades en que se requiere, ni tiene la experiencia para hacer un buen trabajo en poco tiempo.
Nuestro negocio depende de la gente y lamentablemente se ha hecho cada vez más complejo encantar a los trabajadores agrícolas y administrar a los contratistas, para que vengan a trabajar contentos a nuestros campos.
Sin embargo, contamos con varias herramientas aún por utilizar para palear la situación. Desde luego partir por todas aquellas medidas sociales, laborales y de remuneraciones, que hagan que la gente esté cómoda al venir a trabajar en el campo y packing.
BAJA EFICIENCIA
En lo administrativo, hay que reconocer que pocos se han preocupado de medir y tener parámetros de medicion sobre factores que afectan directamente la eficiencia en los trabajos. Las horas muertas, en promedio, superan el 40%, cifra escandalosa, más en labores caras y que se hacen contra el tiempo.
Son muchas las horas de la gente caminando por el campo a sus puntos de destino, cambiándose de cuartel a media mañana o parados por falta de cajas u otro material. Más aún es el tiempo que se pierde subiendo y bajando de los pisos de trabajo, sin contar los días perdidos por accidentes en su uso.
Lo mismo ocurre con la falta de mecanización de los pocos trabajos que se pueden mecanizar, como la corta de brotes para ventilación en vez de quemarlos mecánicamente, sin más personal que un tractorista.
Ni hablar de las caminatas a los baños, muchas veces mal ubicados o de un inadecuado celo en la supervisión (no siempre lo suficientemente bien capacitada), que hace perder mucho tiempo y enojar a la gente.
Pocos recuerdan que la deshidratación del trabajador agrícola, por insuficiente disponibilidad de agua en las horas críticas, es una de las principales causas de pérdidas de rendimiento en la agricultura.
Tenemos muchos más ejemplos de puntos a abordar para mejorar la eficiencia y reducir el principal costo que tiene la producción de uva de mesa. Los números dicen que ya no hay más margen para implementar medidas que pueden reducir en más del 40% nuestros requerimientos de gente.
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